Los datos de la Cepal muestran una cierta mejoría en la atracción de inversión extranjera directa desde 2016.

De acuerdo con el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal) sobre Inversión Extranjera Directa, publicado en agosto pasado, El Salvador recibió, entre 2004 y 2018, un total de $7,092 millones en dicho concepto.

Las estadísticas muestran que el punto más alto fue en 2007, cuando el país captó un total de $1,455 millones de capitales foráneos. En contraste, el momento más bajo fue 2010, en plena crisis mundial, cuando registró una desinversión de más de $225 millones.

Desde entonces, la llegada de esos flujos ha sido variable y ha promediado, en los últimos siete años, los $455 millones. El desempeño en la atracción ha tenido incluso una leve mejoría en los últimos tres años, pasando de los $348 millones de 2016 a los $840 millones de 2018.

Con todo, en el acumulado del período, el país ha sido el que menos IED ha recibido de los seis mercados centroamericanos. Para el caso, el monto percibido equivale a casi la séptima parte de lo que llegó a Panamá que, en total, recibió $48,899 millones. Asimismo, el monto de El Salvador representó casi la mitad de lo recibido por Honduras ($14,533) o Guatemala ($13,864).

Las causas

Pese a que cada administración de gobierno de los últimos 15 años remarcó la importancia de la atracción de inversión para el crecimiento económico y la generación de empleo, ninguna logró reactivar de manera sostenida el indicador.

Pedro Argumedo, Investigador Senior de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades) analiza esa tendencia de mínima captación de IED como un «estancamiento» que tiene como primera causa el deteriorado clima de inversió, íntimamente ligado a la confrontación entre el sector público y el sector privado, y a la polarización, sobre todo en los últimos 10 años.

Asimismo señala la pérdida de la capacidad competitiva y el hecho de tener sectores con bajo valor agregado, así como la poca diversificación productiva.

Argumedo indica que entre 2004 y 2009 hubo un esfuerzo por diversificar la inversión que fue liderado por Proesa, la agencia de atracción de inversión salvadoreña. Entonces, recuerda, el trabajo dio como resultado la llegada de empresas como la exportadora de esquejes Red Fox, la atunera Calvo, y la textilera Pettenati, entre otras.

«Pero, ¿por qué de 2010 a 2018 no tenemos en mente a grandes empresas que vinieron a invertir? Porque ya no se respetaron las reglas del juego y se perdió la confianza. Pero sí vemos inversión en energía, ¿por qué?, porque allí hay contratos de largo plazo, las reglas se van a mantener por largo plazo», explica.

Rommel Rodríguez, coordinador del Área de Macroeconomía y Desarrollo de la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde), expone que los problemas de violencia e inseguridad social que han venido en crecimiento desde 2004 han sido algunos de los factores principales que han afectado la llegada de IED. Pero agrega que las dificultades en los trámites para que una inversión se establezca han sido también un desincentivo para los empresarios extranjeros.

Rodríguez explica, asimismo, que a diferencia de la creencia de que la inversión es la que genera crecimiento, en la práctica los inversionistas ya buscan cierto grado de desempeño económico positivo antes de apostar su capital.

«Eso de atraer inversión para tener crecimiento no es tan fácil en la práctica. Los inversores evalúan un ambiente macroeconómico estable y entonces invierten», señala Rodríguez.

¿Cómo ser más atractivo?

La solución no es sencilla y requiere de liderazgo y rumbo, dos características que, a juicio de los especialistas, debería de mostrar Proesa, como lo hizo en el pasado.

Sin embargo, el bajo perfil de la entidad desde que se adscribió al Ministerio de Economía le ha afectado al no contar con una estrategia de atracción de inversión.

Argumedo agrega además que buena parte de la mejora pasaría por un ambiente de confianza entre las autoridades y el sector privado, una política de atracción definida, una entidad con liderazgo e instituciones que ejecuten las mejoras necesarias, como Aduanas armonizando los trámites.

Asimismo, aparte de identificar los sectores con potencial, se requeriría acercarse a ellos para identificar lo que necesitan con la intención de doblar la inversión que ya tienen en el país y facilitarles el camino; buscar más valor agregado en la producción; y aprovechar la cercanía y frecuencia de vuelos con los grandes centros de consumo para exportar productos frescos.

Rodríguez, de Funde, expone que tradicionalmente la atracción se ha buscado a través de los incentivos fiscales, como los del régimen de zonas francas o el incentivo de inversión en energía, sin embargo, recalca que estos factores nunca son tan determinantes como la estabilidad macroeconómica y sociopolítica.

En su opinión, solo como un primer paso, habría que identificar cuál es la capacidad productiva en la que el país es más competitivo. Luego, habría que analizar cuáles son los incentivos para estos rubros y si son los correctos, «porque puede ser que hay un sector que está repartido entre unas pocas firmas y haya proteccionismo para nuevas inversiones», explicó.

A su juicio, uno de los sectores que podría atraer inversión es el turismo, siempre y cuando se evalúe el impacto en el medio ambiente.

Argumedo considera que el actual gobierno ha dado dos grandes señales positivas, una de ellas fue el lanzamiento de la Estrategia de Comercio e Inversión, anunciada recientemente, y el Plan de facilitación de comercio, con 60 acciones definidas en conjunto con el sector privado.

 

Por El Economista | Recopilado de elsalvador.com el 18 de octubre del 2019.